La década de los años 30, comienza con el cierre de la Bolsa de Nueva York en 1929, y con ella comienza la crisis económica mundial “La gran Depresión”, que influye en todos los ámbitos.
El ideal de belleza en la década de 1930 a 1940, era la mujer delgada, femenina, con aspecto cuidado, atlético y saludable.
Se priorizaba la belleza interior, por ello llevar una vida natural era la mejor opción.
Lucir la piel morena era una premisa, aunque se comenzó a prevenir el exceso de sol utilizado gafas oscuras y grandes pamelas para ir a la playa.
En estos años se vuelve a resaltar la anatomía femenina, los senos reaparecen, y la cintura y caderas se acentúan, gracias a la utilización de la faja.
Se admiraba a las actrices, como Greta Garbo y Marlene Dietrich, mujeres esbeltas, de hombros anchos y suaves caderas , altas , delgadas y con un halo de misterio.
El maquillaje recargado de la década anterior se consideraba vulgar.
Las mujeres optaron por maquillarse de un modo más sutil y personal, utilizando productos considerados indispensables como el perfilador de cejas, sombras de ojos en colores dorado, plateado, marrón, verde, violeta y azul, rímel, pestañas postizas, colorete, y carmín para los labios.
En el año 1938, Max Factor lanza al mercado una base de maquillaje, gracias a la cual , muchas mujeres consiguieron lograr la apariencia de las estrellas del cine.
El cabello se llevaba con un largo medio, peinado con ondas desde la frente. El rubio de moda era el que lucían las actrices de Hollywood.
Las faldas se alargan, se entalla la cintura, los hombros se amplían con mangas abombadas, hombreras y volantes. Los escotes pronunciados y las espaldas al aire proporcionan el punto mas sensual.
¿y bajo la ropa qué se llevaba?
Normalmente una combinación color crema, un corsé compuesto por sujetador con tirantes ajustables con la parte delantera bordada, el cierre del corsé era lateral con corchetes y la prenda incluía cuatro portaligas ajustables. También lo había por separado, sujetador y faja con portaligas. Todo ello estaba confeccionado con un nuevo material: el rayón, ligero, barato, y fácil de lavar.
En el guardarropa femenino siguen triunfando Coco Chanel y Jeanne Paquin.
Destacan a su vez dos grandes diseñadoras:
Elsa Schiaparelli (italiana, nacida en Roma) por crear en 1933 la manga pagoda, y en 1935 introducir la cremallera en sus diseños;a demàs de introducir tejidos como el rayón y el látex con prendas controvertidas.
Fue una visionaria que cambio el mundo de la moda con sus aportaciones; y es que sin Schiaparelli no habría hombreras, faldas pantalón, trajes de chaqueta de noche; y mucho menos, desfiles y semanas de la moda.
Y Madeleine Vionnet (nacida en Chilleurs-aux-Bois, Francia) , a quien se le atribuye la invención del corte al bies, lo que hizo que los vestidos tuvieran mayor movimiento y que los tejidos se ajustaran al cuerpo.
Fue una década caracterizada por prendas femeninas, sensuales y elegantes, pieles, capelinas, turbantes...
El glamur que proporcionaban los carísimos bordados en los años 20 fueron sustituidos por tejidos de brillo como el raso y el satén.
Las prendas de punto triunfaban por su gran comodidad.
Fotos Pinterest
Los pantalones marineros de cintura alta y pantalones cortos tipo falda estaban de moda.
Época en la que surgió el Surrealismo, movimiento artístico significativo, cuyo apogeo se vivió en París durante la exposición del 38. Encabezado por André Bretón.
Fue seguido por autores de la talla de Miró, Man Ray ySalvador Dalí.
Dalí trabajó conjuntamente con Elsa Schiaparelli, siendo el hilo conductor entre el surrealismo y la moda.
El Jazz seguia en boga, y se crearon nuevos estilos musicales, muchos de ellos con un ritmo característico a los que se le llamaba “ Swing”.
En la década de los 30 para contrarrestar el predominio negro aparecen las “Big Band” grandes orquestas que desarrollan el” Swing” llevando alegría a las salas. ¡Un nuevo baile se imponía!
La mujer se sentía femenina, se envolvía en un halo de misterio, sensualidad y encanto.Sacaba provecho de su cuerpo y no lo ocultaba con prejuicios moralistas.
Los hombres sucumbían frente a esa belleza de movimientos felinos y mirada adormecida.
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